martes, 9 de septiembre de 2008

Espero joderles, aunque sea un ratito


Recordarán la película Diamantes de sangre. Ya saben, Di Caprio haciendo de mercenario sin escrúpulos, los ojos de la periodista en busca de hechos, encarnada por Jennifer Connelly, y el tráfico de diamantes en Sierra Leona. La peli es dura, un puto documental ficcionado.

Si a alguien le dejó frío (los diamantes son cosa de ricos y tal) ahí va otra historia. Cambien de país, la RD del Congo por Sierra Leona, y sustituyan los diamantes por el coltán. Cito a Foreign Policy: "El coltan es un superconductor con gran resistencia al calor y de significativas propiedades eléctricas. De él se extraen el tántalo y el niobio, vitales para la fabricación de microprocesadores, baterías, microcircuitos y condensadores. El niobio resulta clave en la aleación de acero de oleoductos y centrales nucleares y para el desarrollo de los trenes magnéticos. Por ello, de no valer casi nada pasó a ser extremadamente codiciado para la fabricación de componentes electrónicos avanzados como teléfonos móviles, satélites y ordenadores portátiles, con una gran demanda en el mundo más desarrollado."

Según estimaciones realizadas hace años, el 80% del coltán, mineral con el que se fabrica la Play Station, el móvil desde el que llamo y el portátil desde el que escribo, se encuentra en África. Y de ese 80%, la práctica totalidad en las minas de las provincias más al este del Congo, justo en la frontera con Uganda y Ruanda. Según relataba Ramón Lobo en ¡¡¡septiembre de 2001!!!, tanto los ejércitos como guerrilas financiadas por los países limítrofes controlan las explotaciones, mantiene a miles de mineros (niños en buena parte) en régimen de semiesclavitud y transportan el mineral a los países vecinos, quienes paradójicamente exportan un recurso natural que no tienen. Occidente, evidentemente, guarda silencio ante la basura en la trastienda del negocio que mueve el mundo actual, y las multinacionales que fabrican los teléfonos y vídeoconsolas apenas pueden justificar el origen de sus suministros.

Este lucrativo negocio era en 2001 una de las causas de la guerra que en cuatro años había matado a un millón de personas, según Lobo. No hay mucha documentación en internet, pero un reciente artículo de ABC pone de manifiesto que esta terrible realidad, de la que todos somos cómplices (ahora ya lo sabemos), sigue tan sucia como siempre. Alberto Vázquez Figueroa acaba de sacar una novela contando esta historia.

Supongo que desde aquí no podemos hacer nada, salvo maldecir las injusticias del sistema de producción mundial, la miserable naturaleza de los hombres y el cinismo de los gobiernos del mundo desarrollado. Pero como todo suena a viejo y a almax para la conciencia espero que se sientan un poco mal con toda esta mierda. Como yo.

Atentamente, P. Grillo.

3 comentarios:

Forlati dijo...

Compartim-nos també en la misèria. Per a ser-ne més conscients en la gaubança. Almenys.

Gran post, hermano.

¡LLUEVE REVOLUCIÓN! dijo...

Pues sí, lo único que podemos hacer es sentirnos mal, lo único...
BEsos POP

morena dijo...

No puedo evitar leer esto y sentir vergüenza.

Un beso, amo de la casa