sábado, 8 de noviembre de 2008

Granotes


Hacía tiempo que el trabajo no me dejaba pasar por Orriols. Hoy me he tomado el día libre para reencontrarme con esa parte tan fundamental de nuestras vidas.

Ha sido extraño tener que fijarse en los dorsales para reconocer a los jugadores; que un tipo insultara a un amigo por colgar una señera; volver a la familiaridad de los tres mil primos y hermanos, a la crispación contra el árbitro y a los pitos indisimulados cuando uno de los nuestros falla. Dice un amigo que el ambiente en el club está bastante tenso: el nerviosismo que genera la incertidumbre de no saber qué pasará mañana.

Lo importante es que seguimos sufriendo, que el último minuto siempre nos regala un achuchón rival con los defensas colgados en los palos y que cuando ganamos así la grada ruge un "Levante, levante..." con ovación de despedida que no cambio por nada. Después de todo, todo sigue igual. Y seguimos vivos.

2 comentarios:

Juan E. Tur dijo...

Tal cual lo cuentas es. Y qué montón de adrenalina. Del bajón que da al salir del campo, uno no vale ya para nada.

De todos modos he de confesar que este año no me he sacado el pase. Después del circo del año pasado tenía ganas de hacerlo cuando se habló de la venta accionarial, pero cuando todo quedó en nada -después de apartar a Blasco para atender la oferta fantasma- se me fueron todas las ganas. Este año habría ido a algún partido, pero excepto el pasado, que no lo consulté, para el resto las entradas nunca bajaron de 20 euros (cuando en primera las vendían a 15 o 10). Poco estímulo siguiendo Romero en el palco y el fantasma de Villarroel por allí rondando.

marga ferrer dijo...

Lo genial es que no sigue vivo sólo el equipo, sino también la afición. Más allá de la crisis... algunos seguiremos buscando el hueco para sufrir con el equipo. ¡Yo me apunto!